La iniciativa del vestido cognitivo demuestra que las capacidades de la computación cognitiva son muy amplias. Se generó un encuentro entre el arte y la tecnología. Es un cambio de paradigma donde la interfaz (el vestido) logra representar a la audiencia, a los chilenos, no por el rating sino a través de la participación ciudadana y su incidencia en redes sociales.
Comenzaba octubre de 2016 y en una comida de amigos conversábamos sobre diversos proyectos de tecnología mezclados con arte. Analizamos de todo un poco, desde poesía escrita por Inteligencia Artificial hasta música o cuadros creados de la misma forma. Una de las personas en la mesa era Vanesa Borghi, destacada modelo en Chile y México, y además una buena seguidora de la innovación.
En ese momento, se nos ocurre una idea: «¿Qué tal si hacemos un experimento real, concretamente haciendo un vestido de estilo clásico, pero incorporando elementos tecnológicos que lo hagan único?». Y fue así como nació una aventura realmente interesante que nos llevó a investigar y crear tecnología utilizando lenguaje español (chileno) y por cierto talento local, lo que es precisamente una de las premisas más relevantes que buscamos potenciar en Cognitiva.
La gala del Festival de Viña del Mar 2017 sería el lugar donde poder mostrar el trabajo, y si bien desafortunadamente (sea por temas técnicos u otros) no se logró apreciar adecuadamente en la transmisión televisiva, el trabajo de diseño e ingeniería realizado fue tan riguroso que sin duda amerita una buena historia para compartir. Hablamos, finalmente, del primer vestido cognitivo en español chileno.
Sobre experiencias previas, conceptos y expectativas
Un primer paso era entender qué se había hecho al respecto. Y no es que había tantos casos para explorar. El concepto de la ropa «iluminada» digamos que lleva ya algunos años, pero teníamos 3 grandes antecedentes para considerar: el primer caso sin duda, y probablemente el más hermoso era el caso de Claire Danes en la MET Gala.
Luego, teníamos el vestido de Karolina Kurkova, también del MET Gala que es justamente el primer vestido cognitivo elaborado en el mundo. Y finalmente, teníamos el caso del vestido proyectado de Jennifer López, que pese a no tener nada conectado ni tecnológico, generaba un efecto visual impresionante (aunque, nuevamente, altamente dependiente de la oscuridad. Algo como esto habría sido imposible en una alfombra roja).
Visión y restricciones
Al ver lo anterior, el desafío era grande, por lo que procedimos a armar el equipo conformado por 3 ingenieros de Cognitiva, más el equipo de diseño del vestido liderado por Lupe Gajardo, una gran y connotada diseñadora nacional, primera en participar en el New York Fashion Week.
El primer aspecto relevante: El vestido de Vanesa ya estaba confeccionado, por lo que el tema se confinó a una pregunta: ¿qué tecnología podemos integrar responsablemente sin alterar el elegante diseño del vestido? La única zona posible de despliegue era la cola del vestido, cualquier efecto de luz debía estar ahí.
El vestido debía ser verdaderamente un «Thing» (en el marco del IoT) por lo que le incorporaríamos sensores de movimiento (Acelerómetros) para que aprendieran de la forma de caminar de Vanesa y así activen las luces en el momento que esté posando. Las luces debían considerar un despliegue basado en volumen lo más individual posible, y no un único consolidado general. Es decir, a diferencia del vestido de Karolina Kurkova, el concepto era generar una animación con la actividad social y no que las luces quedarán «fijas» en un único color.
Luces y tecnología
La primera línea de investigación tenía que ver con qué tipo de luces poner, y sobre qué apoyo de procesamiento. El mercado hoy ofrece bastante opciones como Adafruit Flora, Gemma, RaspPI, y otros más. Las luces más eficientes que encontramos eran NeoPixels (con una intensidad de corriente de 60mA con las tres luces RGB – Rojo/Verde/Azul – encendidas generando blanco).
Junto con todo el equipo llegamos a la conclusión de que el uso de muchos colores destruía la elegancia del vestido. Si bien los colores describen mejor los sentimientos, le restaba justicia al increíble trabajo de diseño de Lupe.
En ese momento decidimos que la sobriedad se daba por el uso de un único color, en el tono de vestido (blanco con un leve tinte amarillo). Por lo que decidimos enfocarnos en el principio de «estrellas en la noche», donde cada «estrella» (o luz) representaba los principios de velocidad, volumen y variedad desde las redes sociales.
Algoritmos
El despliegue de un único color era bastante más desafiante que muchos colores a la hora de desplegar el sentimiento social, por lo que debíamos pensar cómo representar todo. Contábamos ya con IBM Watson y su detección de sentimiento en español (positivo, negativo, neutral), pero queríamos ir un poco más allá, por lo que decidimos crear en Cognitiva dos clasificadores de texto a través de Inteligencia Artificial (Machine Learning) utilizando SVM (Support Vector Machine).
Tras un estudio, generamos un sistema que cada 50 comentarios activaba una luz entregando dos parámetros: intensidad y velocidad. Intensidad se medía a partir del sentimiento, y la velocidad en base a la emoción. Así, un comentario altamente positivo y alegre se veía como un destello de luz potente (como cuando vemos a Júpiter hacia el cielo en la noche), mientras que un comentario más negativo o triste era una luz baja en intensidad que lentamente llegaba a su máximo de potencial. El resultado era una noche estrellada a simplemente vista.
Conectividad
En los eventos como una gala del Festival de Viña, se suele tomar la postura de bloquear las señales Wifi y Bluetooth, lo que nos generaba un gran problema a la hora de enviar los datos. Sin eso, ciertamente que poco sentido tenía seguir.
Después de bastante análisis, dimos con la solución: radiofrecuencia al rescate. Pero sabíamos que esto nos limitaría bastante la cantidad de datos a enviar en tiempo real (sobre todo con la cantidad de «ruido» que encontraríamos), sin embargo, ganábamos bastante en la comodidad de comandar todo a un poco más de distancia. Era, por cierto, la única opción que teníamos.
Así, cada minuto mandábamos un datagrama de no más de 1 kB representando el programa de luces que se debía activar según la cantidad de comentarios, el análisis sentimental y el análisis emocional. En un principio, consideramos actividad cada 50 posteos, sin embargo, la participación social fue colosal.
A los 30 minutos iniciada la gala, ya contábamos con más de 300.000 comentarios analizados por lo que subimos el umbral a 100 comentarios por luz para aprovechar más la opinión de quienes seguían la transmisión.
Activación y sensores
Optamos por incorporar sensores que permitieran una experiencia nueva, en particular dos sensores: Acelerómetro y Sensores de Luz. Un sensor de luz nos permitía poder generar una activación automatizada según oscuridad. Este sensor fue ubicado en una zona muy escondida del vestido, pero lo suficientemente expuesta para detectar los lumens ambientales de forma autónoma. Pero a lo anterior queríamos agregar algo más: Que el vestido aprendiera de la posición que tuviera, y eso naturalmente depende mucho de quien lo porta.
El ensamblado final
El último proceso fue el ensamblaje que fue probablemente el que nos tomó más tiempo. Debíamos ser muy detallista y perfeccionistas en todo. Desde el color de los cables, hasta el peso de cada insumo. Todo debía estar perfecto para que no incorporara incomodidades, pero además para no alterar el estilo clásico del vestido. Probamos varios cables, y finalmente conseguimos que cada elemento quedara virtualmente invisible en el vestido.
La gala
Cuando salimos todos de la habitación rumbo al lobby del Hotel, estábamos emocionados porque estábamos frente al trabajo de varios meses: ver el trabajo terminado fue algo realmente impactante. Finalmente, la inspiración de todo era justamente eso: dar un paso concreto en la confección textil involucrando una tendencia inevitable como la tecnología. Y no solo de cara a leer emociones o detectar postura, sino que en el futuro detectar enfermedades, o episodios de emergencia. En Cognitiva pensamos que de eso se trata. De innovar para hacer mejor la vida de las personas.
Mis palabras finales
Es siempre bien emocionante cuando iniciativas como esta llegan a su fin, porque se trata de instancias que establecen un fuerte trabajo en equipo. De mucha paciencia, frustraciones y logros. Se aprende muchísimo en el camino.
Sin duda que nos habría gustado que la transmisión hubiese aprovechado más esta ocasión para mostrar una innovación tan interesante, de confección integralmente local, con una impresionante diseñadora como es Lupe Gajardo, el apoyo de Sofía Ordenes (de su equipo), y con un equipo tecnológico de Cognitiva con quienes desarrollamos IA de comprensión lingüística chilena en nuevos niveles, destacando a nuestro líder de ML, Tomás Infante.
Habría sido realmente especial que los espectadores hubiesen apreciado debidamente en pantalla un trabajo tan completo e innovador. Quizás se requiere aún más voluntad para que eso ocurra. Quizás debimos haber elegido otra vitrina. Lo único cierto es que todos terminamos con la alegría de un trabajo que respondió a su diseño, insisto, 100% chileno.
Jorge Mujica