Regulación de la Inteligencia Artificial: balancear la innovación y la responsabilidad

Regulación de la Inteligencia Artificial: balancear la innovación y la responsabilidad

A medida que aumenta la aplicación de Inteligencia Artificial, también crecen las preocupaciones relacionadas con su uso. En respuesta, los gobiernos promueven la implementación de regulaciones que aborden las implicaciones sociales, económicas y éticas de la IA.

 

Mientras avanzamos hacia un futuro impulsado por la IA, es importante comprender el papel de la regulación de esta tecnología. Conocer las motivaciones que hay detrás de la regulación y sus consecuencias nos permitirá entender cómo podemos aprovechar al máximo el potencial de la IA mientras protegemos los derechos y valores fundamentales de las personas.

De entrada, controlar la IA tiene ventajas y desventajas. Si bien la regulación puede proporcionar un marco para las prácticas éticas, la seguridad de la información y los derechos de los consumidores, también podría sofocar la innovación y retrasar el progreso. Encontrar un equilibrio es esencial para garantizar que la IA se desarrolle y utilice de manera responsable.

 

Razones para promover la regulación de la IA

El entrenamiento de los algoritmos de IA depende en gran medida de la recopilación y el análisis de enormes cantidades de datos. Por ello, existe la inquietud de que puedan presentarse sesgos que afecten a ciertos grupos de personas, como mujeres, minorías o ancianos. Adicionalmente, en algunos casos, los sistemas de IA podrían recopilar y emplear datos personales de manera incorrecta e incluso violar el derecho a la privacidad al hacer un uso indebido de la información personal.

Además, gran parte de la preocupación en la opinión pública parece girar en torno al uso de herramientas de IA generativa similares a ChatGPT para producir información errónea. Usando otras tecnologías basadas en algoritmos y aprendizaje automático (o Machine Learning), se pueden generar deep fakes –videos, imágenes o audios alterados que imitan la apariencia y el sonido de la voz de una persona– para convencer a la gente de creer en un contenido creado a partir de información falsa.

La implementación de regulaciones ayuda no solo a proteger la integridad de los individuos, sino que contribuye a establecer estándares claros para las compañías que desarrollan y utilizan tecnologías basadas en IA, fomentando la transparencia en cuanto a cómo se toman las decisiones y cómo se gestionan los datos.

 

Ventajas y desventajas de la regulación

Cualquier innovación suele estar acompañada por la preocupación sobre cómo esta afectará a las personas, y la IA no es la excepción. Hasta el momento, ya ha habido pedidos de regulación en respuesta a la privacidad, la infracción de derechos de autor y la discriminación, por ejemplo.

Ciertamente, regular los alcances de la IA proporcionaría un marco global para las prácticas éticas, la seguridad de la información y los derechos del consumidor, entre otros temas. Tener en cuenta la equidad en el diseño de tecnologías que mejoran la vida de las personas, además, garantizaría que se respeten las violaciones de los derechos humanos fundamentales y prevendría el uso no solicitado de datos privados.

Pero en cuanto a su desarrollo, reglamentar el uso de la IA podría –hasta cierto punto– ralentizar algunos avances o incluso extinguir la innovación. El rápido desarrollo de la IA y su complejidad quizás impedirían a las personas mantenerse al día con la legislación, pero una sobrerregulación podría conducir a la falta de flexibilidad y adaptabilidad en el uso de la tecnología.

En un mundo globalizado, la falta de estandarización de normas, además, podría dificultar que las empresas desarrolladoras operen a nivel internacional.

 

¿Cuál es el escenario en Chile?

En abril de este año, el Ministerio de Ciencia inició la discusión sobre los alcances socioculturales y éticos de la IA en el país. La ministra de Ciencia, Aisén Etcheverry, se reunió con expertos para abordar temas como el impacto laboral, la concepción de la realidad, la regulación y los riesgos de la IA. En esta instancia se buscó promover una IA que respete los derechos, fomente la igualdad y la participación ciudadana.

Actualmente se examinan modelos internacionales para definir la estrategia de regulación en el país. Por ejemplo, MinCiencia, en colaboración con la UNESCO, ha iniciado una serie de talleres participativos para actualizar la Política Nacional de Inteligencia Artificial. Los talleres, que se llevarán a cabo en diferentes regiones y contarán con la participación de diversos actores del sector público y privado, servirán como insumo para la actualización de la Política, que será presentada en la Cumbre de Inteligencia Artificial en octubre.

El objetivo de esta actualización es fomentar una IA que se desarrolle de manera ética, considerando los contextos locales y orientada al bien común. Se reconocen los desafíos que plantea la IA en áreas como la educación, la alfabetización digital, las relaciones entre las personas y la tecnología, y los aspectos económicos y sociales.

 

Fuentes: